Cobijado por el volcán La Malinche, Huamantla es un pueblo que honra su historia, su fe y sus tradiciones con una intensidad única. Aquí, cada rincón vibra con color, desde los tapetes efímeros que tapizan sus calles en agosto hasta los campos magueyeros donde se elabora pulque con la “semilla” más pura. Pero también es un sitio donde la aventura se abre paso: el volcán invita a ser conquistado por quienes buscan una experiencia más extrema. Así, Huamantla se convierte en un destino dual: ideal tanto para el viajero contemplativo como para el explorador incansable.
Para el viajero tranquilo: arte, fe y sabores que perduran
El alma de Huamantla se revela en La Noche que Nadie Duerme, una festividad en la que sus habitantes rinden homenaje a la Virgen de la Caridad. Durante esta velada, se elaboran tapetes de aserrín de hasta seis kilómetros, con figuras florales, geométricas y religiosas que desaparecen tan pronto pasa la procesión. Este arte, heredado por generaciones, cobra vida cada 14 de agosto, acompañado por el estreno de un nuevo vestido bordado con hilo de oro.
Quien visite Huamantla fuera de temporada no se pierde de su esencia: aún se puede admirar el vestido de la Virgen, recorrer el Museo Nacional del Títere, alojado en una casona del siglo XVIII con más de 450 figuras, y explorar el Museo Taurino, que narra la historia de la tauromaquia mexicana.
Pasear por las calles del centro es como caminar dentro de una paleta de colores coloniales. Las fachadas, balcones y el aire afrancesado de algunos edificios revelan el paso del tiempo sin perder identidad. Entre ellos destaca el Templo y Ex Convento de San Luis Obispo, un recinto franciscano que alberga retablos barrocos y obras atribuidas a Miguel Cabrera.
Para este tipo de recorrido relajado y fotogénico, lo ideal es llevar una mochila crossbody: compacta, ligera y segura, ideal para llevar lo esencial mientras disfrutas del ambiente con libertad.
Para el aventurero: haciendas, pulque y la cumbre de La Malinche
Si lo tuyo es moverte más allá del adoquín, Huamantla también tiene mucho que ofrecer. Desde la Hacienda Soltepec, puedes realizar tours al campo, visitar la Casa de Don Vale y probar pulque artesanal elaborado con “semilla” bajo técnicas ancestrales. También puedes aprender a preparar muéganos, moler en metate o tallar madera como los artesanos locales.
Y si lo que buscas es una experiencia física y espiritual, el Parque Nacional La Malinche te espera. Con 45,711 hectáreas de naturaleza protegida, este espacio es ideal para practicar senderismo, bici de montaña, acampar o incluso escalar hasta la cima y contemplar el Pico de Orizaba, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.
En este tipo de travesía, tu mejor aliada será una mochila resistente. Necesitarás un modelo que soporte el peso del equipo, que sea cómodo en recorridos largos y que proteja tus pertenencias ante el clima cambiante de la montaña.
Sabor local: entre el maíz y el maguey
Después del esfuerzo o antes de continuar, nada como un descanso acompañado de auténtica cocina tlaxcalteca. No dejes de probar el mole de matuma de ladrillo, los atoles de maíz nativo o los mixiotes estilo Tocatlán. Para una experiencia más tradicional, visita La More o Casa de los Magueyes; si buscas una propuesta gourmet, el restaurante Evoka, en Apizaco, lleva la cocina local a otro nivel.
Lo artesanal: para llevarte un pedazo de Huamantla
El trabajo manual en Huamantla no es cosa del pasado. Aquí encontrarás piezas de barro bruñido, talavera, bordados de pepenado y, sobre todo, el bordado de canutillo de oro, reservado para las manos expertas de las mujeres tlaxcaltecas. Las máscaras de carnaval, los metates tallados a mano y las esculturas religiosas en madera también son parte del legado que puedes llevar contigo.
Huamantla no se recorre, se vive. Ya sea que camines sus calles con paso sereno o que te aventures a los paisajes que ofrece su volcán, este pueblo te invita a mirar dos veces: una para descubrir y otra para comprender. Y claro, sea cual sea tu ritmo, lleva contigo el equipo adecuado: una mochila crossbody para explorar sin peso o una mochila resistente para conquistar la altura.