Viajar pensando en el regreso: la importancia de llevar una maleta

Quienes viajan a los Pueblos Mágicos de México rara vez regresan con las manos vacías. Tal vez es una bolsa de café artesanal de Veracruz, una botellita de mezcal oaxaqueño, un queso de cabra de Zacatlán, una mermelada casera de frutas silvestres de la sierra chiapaneca, o tal vez una figura de barro negro o un textil bordado a mano. Estos recuerdos, más que objetos, son pequeños fragmentos de cultura, identidad y territorio.

Pero ¿cómo llevarlos de regreso sin poner en riesgo su integridad?

Muchos viajeros descubren tarde que su maleta habitual no fue pensada para esto. En el mejor de los casos, los productos llegan apretados entre la ropa; en el peor, se rompen, se derraman o se contaminan. Es aquí donde entra la recomendación de elegir, desde el principio, una maleta con compartimentos o espacios bien definidos.

Este tipo de equipaje no sólo organiza, también protege. Permite separar alimentos, textiles, frascos, objetos frágiles, recuerdos con aromas, e incluso mantenerlos alejados de la ropa limpia o sucia. Algunas cuentan con bolsillos acolchados, compartimentos rígidos o incluso térmicos, pensados para quienes viajan con artículos delicados o perecederos.

No se trata de una compra impulsiva ni de moda: se trata de planear el viaje con todo lo que implica, incluyendo el regreso. Porque viajar no es solo ir, es también volver con historias que se pueden ver, oler, tocar y compartir.

Así que la próxima vez que salgas hacia un nuevo destino mexicano, pregúntate: ¿qué me gustaría traer de vuelta? Y luego, ¿cómo lo voy a cuidar?

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