Naolinco de Victoria: un rincón entre estaciones, tradición y color

Enclavado en la sierra veracruzana, Naolinco de Victoria deslumbra a quienes lo visitan con una mezcla inusual de clima, historia y cultura. Su nombre proviene del náhuatl naui olli, que puede traducirse como “las cuatro estaciones del año”, y es que en este encantador pueblo puedes sentir primavera, verano, otoño e invierno en un mismo día. A tan solo 45 kilómetros de Xalapa, Naolinco recibe a sus visitantes con calles empedradas, fachadas coloniales coloridas y balcones de hierro forjado que parecen haber detenido el tiempo.

Este destino no solo seduce con su belleza arquitectónica, sino también con la calidez de su gente y sus tradiciones. Las casas antiguas que rodean la Plaza de Armas, la iglesia principal y la plazuela Sayago conforman un núcleo histórico que vibra con expresiones culturales, desde danzas hasta presentaciones musicales en el Salón Hidalgo. Aquí, el olor a pan de horno de leña se mezcla con el de dulces típicos, toritos, nieves artesanales y vinos locales, mientras en los pasillos del corredor comercial resalta la producción de calzado y artículos de piel, una de las actividades más representativas del pueblo.

Las calles de Naolinco no solo son un festín para los sentidos, sino también una experiencia viva de historia. Una de las joyas más peculiares es su botica centenaria, fundada en 1907 por Don Narciso Bartolomé. El interior conserva más de 400 frascos antiguos, libros con fórmulas originales, tarros, pipetas y morteros, en un homenaje al oficio del boticario de antaño.

El cementerio general, declarado Patrimonio Histórico por el INAH, se convierte cada 1° de noviembre en un lugar lleno de vida simbólica. Las tumbas coloridas del siglo XIX, adornadas con esculturas de mármol traídas de Europa, son testigo de “la primera cantada”, una procesión nocturna entre música, veladoras y memoria.

Naolinco también es tierra fértil para los amantes de la naturaleza. Desde los miradores, las vistas de montañas y valles cubiertos de niebla despiertan la inspiración. Muy cerca del pueblo se encuentra el llamado Balcón de la Muerte, desde donde se pueden ver dos imponentes cascadas que descienden por la montaña. Otra maravilla es la cascada de 80 metros formada por el río El Órgano, ideal para practicar senderismo, rapel o simplemente observar la biodiversidad local desde su mirador de dos niveles.

Todo este entorno hace de Naolinco un destino que invita a recorrerlo con calma, a perderse entre sus calles estrechas, a descubrir rincones artesanales y a tomar fotografías en cada esquina. Para disfrutar de todo lo que este Pueblo Mágico ofrece sin preocuparte por el equipaje, lo ideal es viajar bien preparado con un buen set de maletas. Esto te permitirá llevar todo lo necesario para los cambios de clima, para cargar tus compras de piel o cerámica, y para transportar tus recuerdos sin contratiempos.

La iglesia de San Mateo, con su combinación de estilo barroco y neogótico, es otro símbolo del pueblo. Su fachada de tonos terracota y amarillo se alza sobre un paisaje verde que abraza con suavidad cada paso que das por Naolinco.

Este lugar no es solo un destino, sino una experiencia sensorial completa que transforma cada visita en un encuentro con la memoria, la creatividad y la identidad veracruzana.

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