Obsolescencia programada: comodidad vs. durabilidad

El desarrollo tecnológico ha transformado la manera en que vivimos. Hoy realizamos actividades de forma más rápida, sencilla y con mayor calidad. Sin embargo, junto con los beneficios también surgen consecuencias que impactan al medioambiente y a nuestras finanzas. Una de ellas es la obsolescencia programada, una práctica que acorta deliberadamente la vida útil de los productos para obligarnos a reemplazarlos con mayor frecuencia.

¿Qué es la obsolescencia programada?

Se trata de diseñar productos con un tiempo de uso limitado, de modo que pronto quedan en desuso y se ven reemplazados por versiones más nuevas. Los dispositivos electrónicos y electrodomésticos son los más afectados, pues forman parte de nuestro consumo cotidiano.

Existen distintos tipos de obsolescencia:

  • Física: productos fabricados con materiales frágiles que fallan con facilidad.
  • Estética: el diseño o estilo queda “pasado de moda”.
  • Funcional: ya no son compatibles con nuevas tecnologías.
  • Indirecta: quedan inutilizables por falta de refacciones o soporte técnico.
  • Percibida: se crea la percepción de que un producto ya no sirve, aunque siga siendo funcional.

Consecuencias ambientales y sociales

La obsolescencia programada tiene un fuerte impacto en el planeta. Cuando los dispositivos no se reciclan adecuadamente, se convierten en basura electrónica que libera sustancias tóxicas al suelo y al agua. Tan solo en México, se generan alrededor de 1.2 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos al año, equivalente a llenar cuatro veces el Estadio Azteca.

Además, esta práctica acelera el agotamiento de recursos naturales no renovables, incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático.

Cómo combatir la obsolescencia programada

Existen varias acciones que como sociedad podemos impulsar para mitigar sus efectos:

  • Fortalecer la gestión de residuos electrónicos mediante recolección y reciclaje.
  • Regular la obsolescencia programada con normas que limiten estas prácticas.
  • Fomentar la economía circular que promueva reutilización, reparación y reacondicionamiento.
  • Educar a la población sobre los riesgos del consumo acelerado.

Prácticas individuales para reducir basura electrónica

  • Evita compras impulsivas y adquiere solo lo necesario.
  • Repara en lugar de reemplazar.
  • Opta por productos reacondicionados.
  • Elige productos duraderos y de marcas responsables.
  • Recicla o dona equipos en buen estado.
  • Vende dispositivos de segunda mano.

Aquí surge un concepto clave: la alargascencia, un movimiento que busca extender la vida útil de los productos. Con ello, reducimos costos, protegemos los recursos naturales y disminuimos nuestro impacto ambiental.

La elección consciente: durabilidad y calidad

El combate a la obsolescencia programada no solo depende de regulaciones y reciclaje, sino también de nuestras decisiones de consumo. Apostar por productos duraderos, funcionales y de calidad es una forma concreta de resistencia.

En SQbags creemos en esta filosofía: por eso ofrecemos mochilas para laptop diseñadas para resistir el uso cotidiano, proteger tus dispositivos y acompañarte durante años, combinando comodidad y durabilidad.


🔗 Referencia: Revista del Consumidor – Profeco, septiembre 2025

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