Entre montañas, arroyos y aromas de azahar, se encuentra Teúl de González Ortega, un Pueblo Mágico escondido en el sur de Zacatecas que parece haber sido cuidadosamente esculpido para conservar su espíritu. Es un lugar donde el tiempo se mueve despacio, donde las gárgolas de cantera en los edificios aún vigilan las calles empedradas, y donde cada rincón vibra al ritmo de violines, máscaras y copas de mezcal.
Visitar Teúl no es simplemente conocer un pueblo: es vivir una experiencia sensorial completa, donde se honra el pasado, se celebra el presente y se fermenta el futuro en cada barrica de agave cocido.
El corazón del pueblo: plaza, fe y arte
Al llegar, el visitante es recibido por la Plaza de Armas, una escena que parece salida de una postal: faroles con forma de dragones, bancas sombreadas y un quiosco porfiriano al centro. Aquí, todo se siente festivo, todo tiene una historia. Frente a esta plaza se alzan los Portales Trinidad de Cervantes, una galería viva del siglo XIX donde se venden desde aguamiel hasta rebozos artesanales. A lo largo de sus pasillos se celebran muestras gastronómicas y festividades locales que hacen latir con fuerza el corazón de Teúl.
El alma de Teúl: el mezcal y su cultura
Si hay algo que define al pueblo es el mezcal. El clima y la altitud han convertido esta tierra en una cuna ideal para el agave, y como resultado, Teúl cuenta con al menos siete marcas registradas de mezcal. Dos de sus grandes casas son El Caxcán y Don Aurelio Lamas, esta última una experiencia inmersiva en sí misma: el mismísimo Aurelio guía recorridos por la fábrica, explica el proceso tradicional de destilación y ofrece una degustación de etiquetas como Teulito, Hacienda el Teúl y Mezcal Zacatecano.
Además del mezcal puro, en Teúl se elaboran cremas de mezcal con sabores únicos, que pueden probarse en lugares como el Rincón del Mezcal, un bar donde se sirven margaritas, mojitos y hasta capuchinos con esta bebida espirituosa como ingrediente principal.
Para quienes deseen llevarse un poco de Teúl a casa, Arteúl es el sitio ideal: una tienda donde se combinan tradición y sabor. Ahí se encuentran dulces típicos como pinole, tamarindos, pirulines, así como rebozos y libros que cuentan la historia del pueblo.
Espacios sagrados y vestigios ancestrales
La Parroquia de San Juan Bautista, construida entre 1772 y 1824, destaca por su torre gótica y un interior neoclásico. En su capilla lateral descansan los restos de dos santos mártires de la Guerra Cristera, y junto a ella se encuentra el Museo Parroquial, que exhibe piezas arqueológicas y objetos de la vida cotidiana en desuso.
También vale la pena conocer el Santuario de la Virgen de Guadalupe, fundado por los franciscanos en el siglo XVII, que funcionó como hospital indígena. El altar principal resguarda un óleo antiguo de la virgen, y el edificio en sí es una joya arquitectónica que refleja siglos de devoción.
Pero no todo en Teúl es de cantera y fe. A las afueras del centro, recientemente se abrió al público una zona arqueológica de dos mil años de antigüedad, donde se observa un complejo sistema hidráulico que evidencia el ingenio de los antiguos caxcanes. Esta estructura, adaptada al terreno del cerro, fue esencial para la captación y uso eficiente del agua.
Naturaleza, tradición y alegría
Una de las experiencias más inesperadas pero encantadoras en Teúl es el paseo por la Presa La Ticuata, también conocida como Presa Manuel Caloca. Ahí, trajineras llamadas La Caxcana y La Ticuata permiten a grupos de hasta 20 personas navegar entre paisajes verdes y reflejos de agua. Se puede nadar en temporada, pescar lobina, remar en kayak o simplemente dejarse llevar por el viento.
En el jardín de la Casa Cural, un paraíso oculto entre palmeras y araucarias, los pobladores organizan comidas comunitarias con la presencia del párroco. Junto a este espacio, el Teatro José Isabel Flores, construido en 1985, alberga desde óperas hasta festivales infantiles y eventos políticos, una muestra del dinamismo cultural del pueblo.
Gastronomía que conquista
La cocina teulense es rica, reconfortante y profundamente local. En Los Jorges, un restaurante tradicional, se sirve un chamorro al vapor que se deshace en la boca. Otros platillos destacados incluyen el pipián rojo, las albóndigas a la hierbabuena y las tortas de guachal.
Pero si tu visita coincide con el fin de semana, el lugar imperdible es Hoja de Roble, donde se prepara carne en su jugo con frijoles, gorditas al horno y aguas frescas de naranja agria o avena. Es la expresión más sincera del alma gastronómica del sur zacatecano.
Lo esencial para un viaje completo
Para disfrutar todo lo que ofrece Teúl, lo mejor es quedarse al menos un par de noches. La variedad de actividades —históricas, gastronómicas, espirituales y naturales— requiere tiempo y preparación. Es recomendable empacar adecuadamente y llevar ropa cómoda, sombrero, bloqueador solar y espacio extra para las botellas de mezcal, artesanías o dulces que seguro querrás llevar de regreso.
Y para eso, nada como una maleta 28 pulgadas, con espacio suficiente para organizar todo tu equipaje sin complicaciones. Este tamaño es ideal para viajes de varios días, especialmente si planeas traer recuerdos voluminosos o si llevas ropa para distintas actividades, desde caminatas por cerros hasta cenas típicas en los portales.
Una maleta amplia y resistente te permite viajar con tranquilidad, sabiendo que llevas todo contigo, desde los esenciales hasta los caprichos.
Teúl: un encuentro con lo auténtico
Más allá de sus postales perfectas y su mezcal galardonado, Teúl es un pueblo que se vive con todos los sentidos. Su música, su comida, su gente y sus historias te abrazan de una manera que solo los grandes lugares logran. Cuando te vayas, llevarás algo más que recuerdos en la maleta: llevarás parte del alma de un rincón zacatecano que no necesita gritar para dejar huella.